El Amor de Dios y
el Amor Humano.
Decimos que
Dios es Amor, pero, ¿El Amor de Dios es de la misma naturaleza que el Amor
Humano…? ¿En qué se asemejan…? ¿En qué se diferencian…?
A grandes
rasgos, podríamos decir que hay una cierta analogía entre el uno y el otro,
pero debemos tener claro que las diferencias entre ambos son abismales.
Por lo
tanto, es necesario que tengamos presente esas profundas diferencias para no
equivocarnos. Sucede, con demasiada frecuencia, que proyectamos en Dios y en su infinito Amor las
limitaciones y las incoherencias del Amor Humano.
A continuación
intentamos hacer un paralelo entre las semejanzas y las diferencias de ambas
expresiones del Amor:
Dios
ama a todas las personas por igual.
Nosotros
amamos, sobre todo, a quienes nos aman.
El
amor de Dios es inmutable y permanente.
El
amor humano disminuye cuando se siente ofendido.
El
amor de Dios es pura gratuidad.
Nuestro
amor está siempre ligado a la reciprocidad: queremos a quienes nos quieren.
El
amor de Dios siempre perdona y olvidad las ofensas.
Nosotros,
solo a veces perdonamos.
Dios
perdona aún a quienes no merecen el perdón.
Nosotros
perdonamos a quienes creemos que lo merecen.
El
amor de Dios es inconmensurable.
El
nuestro es muy limitado e inconsciente.
El
amor de Dios no esta relacionado con los merecimientos de las personas. Nuestro
amor es, por lo general, amor de respuesta.
El amor de Dios es universal.
Nuestro amor es siempre muy personalizado.
Dios
nunca castiga nuestros alejamientos y nuestras infidelidades.
El
amor humano se vuelve, con frecuencia vengativo ante la infidelidad.
El
amor de Dios se basa simplemente en nuestra condición de seres humanos. Nuestro
amor se basa en sentimientos.
El
amor de Dios tiene preferencia por los pobres, por los necesitados y los
pecadores.
Nosotros
amamos a quienes creemos que merecen nuestra estima.
Dios
ama a todos por igual.
El Amor
humano está orientado, principalmente, hacia parientes y amigos.
Por eso, si
analizamos las prácticas de Jesús y sus enseñanzas en los Evangelios vemos que
siempre su mensaje es:
De
amor, no de temor
De
perdón, no de castigo
De
salvación, no de condenación
De
gracia no de pecado
De
gratitud, no basado en personales merecimientos.
Adaptado del
Libro “Sé Amigo de ti mismo” del P. Gregorio Iriarte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Muchas Gracias por Tu Comentario, me es de gran ayuda.