El Amor de Dios y
el Amor Humano.
Decimos que
Dios es Amor, pero, ¿El Amor de Dios es de la misma naturaleza que el Amor
Humano…? ¿En qué se asemejan…? ¿En qué se diferencian…?
A grandes
rasgos, podríamos decir que hay una cierta analogía entre el uno y el otro,
pero debemos tener claro que las diferencias entre ambos son abismales.
Por lo
tanto, es necesario que tengamos presente esas profundas diferencias para no
equivocarnos. Sucede, con demasiada frecuencia, que proyectamos en Dios y en su infinito Amor las
limitaciones y las incoherencias del Amor Humano.
A continuación
intentamos hacer un paralelo entre las semejanzas y las diferencias de ambas
expresiones del Amor:

Nosotros
amamos, sobre todo, a quienes nos aman.

El
amor humano disminuye cuando se siente ofendido.

Nuestro
amor está siempre ligado a la reciprocidad: queremos a quienes nos quieren.

Nosotros,
solo a veces perdonamos.

Nosotros
perdonamos a quienes creemos que lo merecen.

El
nuestro es muy limitado e inconsciente.


Nuestro amor es siempre muy personalizado.

El
amor humano se vuelve, con frecuencia vengativo ante la infidelidad.


Nosotros
amamos a quienes creemos que merecen nuestra estima.

El Amor
humano está orientado, principalmente, hacia parientes y amigos.
Por eso, si
analizamos las prácticas de Jesús y sus enseñanzas en los Evangelios vemos que
siempre su mensaje es:
De
amor, no de temor
De
perdón, no de castigo
De
salvación, no de condenación
De
gracia no de pecado
De
gratitud, no basado en personales merecimientos.
Adaptado del
Libro “Sé Amigo de ti mismo” del P. Gregorio Iriarte.
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